La palabra coltan. Es la combinación de dos palabras, que corresponden a sendos minerales: la columbita y la tantalita, de los que se extraen dos metales más apetecidos que el oro. Si tenemos en cuenta que estos metales están considerados altamente estratégicos y añadimos que el 80 por ciento se encuentran en la República Democrática de Congo, empezaremos a vislumbrar por qué hay una guerra en este país desde el 2 de agosto de 1998, por qué dos países africanos, como Ruanda y Uganda, ocupan militarmente parte del territorio congoleño y por qué, a la postre, han muerto ya más de dos millones de personas. Y es que el coltan es un metal esencial para el desarrollo de las nuevas tecnologías, las estaciones espaciales, las naves tripuladas que se lanzan al espacio y las armas más sofisticadas.
Un informe polémico del Consejo de seguridad de las Naciones Unidas sacó a la luz la explotación en el Congo de recursos naturales, incluyendo Coltan, por otros países involucrados en la guerra actual. Hay informes que demuestran que la vecina Ruanda y Burundi están involucradas en el contrabando de Coltan en el Congo, usando las ganancias generadas por el alto precio del coltan para continuar esforzándose porque la guerra prosiga. El informe estima que la armada ruandesa hizo al menos 250 millones de dólares por un periodo de 18 meses a través de la venta de coltan, a pesar de que el coltan no es extraído en Ruanda. Todos los países involucrados en el conflicto deniegan haber explotado los recursos naturales del Congo.
Compañías occidentales en su explotación.Ésta es, a grandes rasgos, la sutil tela de araña de un negocio internacional que está alimentando una guerra en el corazón de África y empobreciendo a los ciudadanos de uno de los países más ricos de la tierra. Pero hay más. El IPIS (Servicio de Información para la Paz Internacional) ha realizado un minucioso estudio sobre las vinculaciones de empresas occidentales con el coltan y, por tanto, con la financiación de la guerra en la República Democrática de Congo.
. Con un agravante: se teme que sobre el mismo territorio de la República Democrática de Congo pesa la amenaza de la fragmentación. Es decir, la división en varios estados, lo que facilitaría aún más la explotación de los recursos. Ya lo presintió y denunció –y por eso lo asesinó el ejército ruandés– Mons. Christophe Munzihirwa, arzobispo de Bukavu.
Más recientemente, el obispo congoleño de Kamina, Mons. Jean-Anatole Kalala Kaseba durante un encuentro con el Comité de Solidaridad con el África Negra en Madrid: “Creemos que los que han creado esta situación pueden ponerle fin, especialmente los americanos. La ONU está allí, incluso en mi diócesis. Son observadores, pero ¿qué es ser observador? Tienen un programa que no quieren decirnos. Aseguraron que venían para ponerse entre los beligerantes, pero vienen a confirmar la partición del país. Nosotros hubiéramos preferido que estuvieran en todas las ciudades, pero resulta que no están presentes ni en Uganda ni en Ruanda. Tenemos razones para creer que estos observadores han sido enviados por las multinacionales. El ex presidente de Botsuana Kett Masire –el mediador en el conflicto congoleño– ha dicho claramente que si fracasa el diálogo intercongoleño, la ONU tomará de nuevo el país en sus manos. No es nuevo. Esta guerra ha sido provocada para esto. La ONU quiere que fracase el diálogo intercongoleño para dirigir el país como un protectorado. Creo que la ONU está hoy al servicio de una gran potencia y hace lo que ella quiere”... Todo el servicio de Internet está controlado desde Kigali, capital de Ruanda.
El mineral coltán, es el causante de un conflicto bélico que se ha cobrado la vida de cuatro millones de personas desde 1997 y la desaparición de poblaciones de gorilas en la República Democrática del Congo.
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